jueves, 29 de noviembre de 2007

ARTICULO

NUEVO REHEN


Por: Fara Armenteros
Periodista cubana exiliada en
Tampa EUA.
Adrián Menéndez Rodríguez, de 13 años de edad, es un rehén del régimen de La Habana, que le ha negado el permiso de salida del país para que se reúna con su padre, Rogelio Menéndez Díaz, refugiado político que reside en la ciudad de Los Ángeles, en los Estados Unidos de Norteamérica.


La señora Adriana Rodríguez, madre del menor, se desempeñaba como médico en una misión internacionalista en Venezuela, y al regresar a Cuba de vacaciones, cumpliendo los deseos de su hijo, le firmó el permiso para que se reuniera con su padre y dos hermanos.


Este acto de amor maternal y confianza familiar, desencadenó la represión y hostigamiento de las autoridades de emigración, que en estos casos responde a policía política, y las del Ministerio de Salud Pública, que suspendieron a la doctora de la misión médica que cumplía en Venezuela y del cargo directivo que tenía en el policlínico 30 de Noviembre en el reparto Lawton. Posiblemente le impidan continuar trabajando al frente del consultorio médico donde también presta servicios y por ende tenga que abandonar el apartamento donde vive, ya que está vinculado al consultorio.


Estas son las medidas represivas iniciales que toma el gobierno cubano en estos casos, pero cuentan con posibilidades de crueldad ilimitadas para infundir el miedo y desestabilizar a los profesionales que osan tomar decisiones libremente, aunque sean de índole familiar.Conozco a Rogelio Menéndez, de hecho en Cuba vivíamos en Lawton, un humilde barrio capitalino.


Es un hombre decente. Tuvo su primera experiencia carcelaria a los 6 años de edad porque su madre fue presa por sus creencias religiosas como Testigo de Jehová y ambos se vieron obligados a dormir en el calabozo de una estación de policía.


Al salir de Cuba, encabezaba el movimiento Municipios de Cuba de Derechos Humanos y era miembro del Consejo Nacional de Resistencia Cívica, fue fundador del movimiento opositor “13 de Julio”. Nuestros trabajos se vinculaban: Oposición Pacifica y Prensa Independiente constituyen un Frente Unido contra la tiranía cubana.


Pero, también conozco a Rogelio como padre y un ser humano bueno, de los que dejan de comer para cederle el alimento a sus hijos, aunque es normal que los padres se sacrifiquen por los hijos; en el escenario cubano es una triste realidad que los abuelos y los padres dejen de comer el pan de escasos gramos que les venden a diario por la libreta de racionamiento para dejarlo a los niños de la familia, pero no solamente el pan, sino todo, menos la leche, porque a los mayores no les “corresponde”. “Salí de Cuba porque mi familia sufría demasiado por mis actividades de desobediencia civil.


Emmanuel, mi hijo menor, a pesar de que tiene tratamiento especializado desde que llegamos a Estados Unidos, no ha podido superar definitivamente el trauma que le produjo el miedo de saberme preso, de verme esposado, presenciar los registros que la Seguridad del Estado hizo en mi casa, y también de ver padecer a su madre, Yusimí, por esa realidad” confiesa Rogelio.


“Aunque Adrián no vivía conmigo, siempre hemos estado muy vinculados como padre e hijo, también está afectado por la misma realidad que ahora para él es más terrible –continúa Rogelio–, porque está siendo testigo directo de la venganza del régimen contra su madre, que es una buena profesional…”


“…Por experiencia, te digo, que el acoso a mi hijo y a su madre no termina ahí, lo alcanzará a él en la escuela y a ella en cualquier lugar del país, así esté de barrendera en las calles”.Una parte de la familia de Rogelio Menéndez quedó en Cuba. Además de su hijo Adrián, viven allá su madre y hermanos, así como la familia de su esposa, Yusimí del Castillo, y afirma, “continúa golpeándome la realidad cubana de la que vivo muy al tanto, y no dudo que habrá transición porque la están promoviendo los opositores con sus presos políticos y el cubano de a pie, con su diario bregar para subsistir y sobreponerse a la mala alimentación, a los apagones, la carencia de medicinas, en fin, a la malísima calidad de vida que el socialismo ha proporcionado al pueblo cubano”, concluye.