Garantías racionadas
Fara Armenteros
La memoria nos esclaviza de forma inevitable, y nos regresa de un golpe a hechos y sucesos acaecidos en la Primavera Negra, la más cruda represión orquestada por la maquinaria represiva de Fidel Castro.
Hoy viene a mi memoria 'os setenta y siete periodistas independientes y opositores pacíficos -entre ellos una mujer- que fueron sancionados a penas de entre seis y 28 años de privación de libertad y que engrosaron las filas de los cientos de prisioneros políticos cubanos que expiran injustas condenas en las cárceles cubanas.
Después de haber sido sometidos a procesos judiciales sumarios, esperaban las conclusiones del Tribunal Supremo Popular, que por costumbre ratifica las peticiones de su homólogo provincial.
Familiares de los condenados se planteaban que en el proceso y las garantías procesales fueron racionadas. Los abogados defensores tuvieron poco tiempo para preparar sus alegatos y casi todos conocieron a sus clientes momentos antes de comenzar los juicios orales.
Algunos acusados supieron la fecha del juicio cuando les abrieron la reja de su celda para llevarlos al tribunal.
Libros, medicinas, cámaras fotográficas, máquinas de escribir y computadoras ocupadas durante los registros fueron las supuestas pruebas que presentó la fiscalía para apoyar su acusación de delitos contra la seguridad del estado en complicidad con la Oficina de Intereses de E.U. en La Habana.
Todo esto sustentado con documentos públicos de USAID y la NED obtenidos en la Internet.
En los juicios orales la fiscalía presentó como testigos a agentes encubiertos "infiltrados" entre periodistas independientes y opositores pacíficos, cuyos testimonios no aportaron nada "que el mundo no conociera", según familiares que presenciaron las vistas.
La mayoría de las organizaciones opositoras solicitaban su inscripción en el Registro de Asociaciones del Ministerio de Justicia, pero éste no las reconocio
. Son agrupaciones no violentas y transparentes. Sus programas se divulgan por todos los medios de que disponen sus integrantes.
Nada que no fuera de conocimiento público pudieron aportar los agentes Octavio, Miguel, Vilma, Tania, Ernesto… Su "destape", por otra parte, no fue una gran sorpresa para la mayoría de los opositores, ya que tenían "bola de chiva", como se dice en el argot popular cubano.
Según expresaron detalladamente los agentes, se dedicaron a ganarse la confianza del exilio y de los funcionarios de la Oficina de Intereses de E.U. en La Habana para obtener recursos y tratar de demostrar que los norteamericanos auspiciaban las actividades de la oposición cubana.
Es innegable que lograron brillar, aunque como estrellas fugaces a las que ni la persona más ingenua pediría un deseo. Y conste que lo pregunté a decenas de personas.
Un abuelo que enseñaba a patinar a su nieto en la acera de un reparto habanero llegó a decirme: "Yo no quiero saber de quien contribuye a aumentar las penas de las personas encarceladas injustamente". Y añadió: "Piense en el Monumento al Caído y encontrará respuesta a lo que deseo expresar".
Monumento al Caído es el nombre de una gran escultura de bronce que se encuentra en un parque habanero, en la Avenida Ayestarán, y representa a un jinete en movimiento que se inclina y extiende su mano a un hombre que yace en el suelo tratando de alcanzar la mano que le ofrecen.
Los meses de marzo y abril de 2003 fueron un tiempo oscuro para la jurisprudencia cubana, que una vez más se ha visto doblegada por la intransigencia del poder.
Por una parte, la ofensiva contra opositores pacíficos y periodistas independientes. Por la otra, el juicio sumarísimo seguido contra los secuestradores de la lancha Baraguá, en el que tres de los acusados fueron condenados a la pena capital, un proceso que necesitó sólo seis días para juzgar y ajusticiar a los condenados.
El ejemplo más relevante de una sanción caprichosa fue la del doctor Oscar Elías Biscet González, quien volvió a ser encarcelado a los 36 días de haber sido puesto en libertad después de cumplir una condena de tres años de prisión.
Pasó tres meses en la cárcel y fue sometido a juicio nuevamente, y condenado a 25 años de privación de libertad por el mismo delito: defender los derechos humanos del pueblo cubano.
Quien lea esto no podrá comprender como una injusticia san soberbia ocurrio en la isla, y aun esos inocentes esten condenados, sin garantias, sin saber cuando podran ver la luz, maltratados, acosados, humillados, y en medio de un hacinamiento y una mala atención humana que frisa la peor de las indolencias.